Guía sobre gestión de residuos de construcción y demolición de aeded

La gestión de residuos de construcción y demolición, RCD, es un proceso complejo en el intervienen varios agentes muy diferentes: contratistas de construcción, contratistas de demolición, proyectistas, gestores de residuos, transportistas, etc.

En ocasiones, la coordinación entre todos ellos no es del todo adecuada, lo que redunda en una gestión inadecuada de los RCD.

Por otro lado, puesto que las competencias a nivel autonómico están transferidas, las empresas que trabajan en el proceso de gestión de RCD encuentran en ocasiones heterogeneidad de criterios a la hora de gestionar estos residuos.

Por estos motivos, a mediados de 2015 se consideró de interés impulsar desde la Asociación española de demolición, descontaminación, corte y perforación, AEDED, la elaboración de una guía sobre esta materia.

El objetivo era presentar de una manera sencilla la situación de la gestión de RCD a nivel nacional, analizando cómo se están haciendo las cosas y poniendo de manifiesto aquello que está fallando.

Como acabamos de mencionar, en el proceso de gestión de los RCD intervienen diversos agentes, por este motivo, para enriquecer los contenidos con el punto de vista de cada uno de ellos, se constituyó un grupo de trabajo mixto compuesto por distintas entidades tanto de la administración pública como de entidades y asociaciones relacionadas.

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Ésta propiedad depende de la masa, del calor específico de los materiales y del coeficiente de conductividad térmica. Principios físicos de los PCM Para entender los principios físicos de los PCM es necesario comprender las siguientes formas de almacenar energía térmica: Calor sensible: Cantidad de calor que absorbe o libera un cuerpo sin que en el ocurran cambios en su estado físico (cambio de fase), aumentando o disminuyendo su temperatura. Calor latente: La energía que recibe el material se ocupa de realizar el cambio de estado pero no cambia su temperatura. Mientras ocurre este fenómeno de “cambio de fase” la temperatura del cuerpo permanece constante. Un ejemplo muy común es lo que ocurre con el agua. El hielo se funde a 0ªC, y hasta que no se haya fundido completamente la temperatura no varía. Una vez fundido, si seguimos aplicando calor la temperatura incrementa hasta alcanzar los 100ºC, donde comenzará a evaporarse. La temperatura se mantendrá a 100ºC hasta que toda el agua se haya convertido en vapor. Si seguimos calentando lo que conseguiremos es que el vapor aumente de temperatura. El comportamiento del agua se corresponde con el siguiente gráfico: La principal ventaja de los PCM es que almacenan grandes cantidades de energía a la temperatura de confort (21-23ºC) a través de su cambio de estado, en forma de calor latente. Como se observa en la siguiente tabla, el calor que almacenan los PCM en el rango de temperaturas de confort es más de 100 veces superior al que almacenarían los materiales más comunes en edificación.   Aplicaciones en la edificación (como inercia térmica) Estos materiales trabajan intercambiando energía con el ambiente. Este intercambio se produce principalmente por superficie, aunque en determinados casos se fuerza este intercambio de energía ventilándolos. Por lo tanto la situación óptima serán las mayores superficies libres de una vivienda, como pueden ser los techos y las paredes o en cámaras bajo el suelo incorporando sistemas de ventilación. Por otro lado, si lo que se desea es mezclar los PCM con otro material, la mejor opción son las parafinas microencapsuladas, consideradas actualmente como el PCM óptimo para este tipo de aplicaciones. Bien por su carencia de reactividad con otros materiales, bien por su capacidad de mezclarse como si de un árido se tratase. No debemos olvidar que estos PCM tienen un alto coste y sus posibles problemas a la hora de separarlos del material y reciclarlos.   Tipos de PCM para edificación Sales hidratadas: bajo coste y capacidad de almacenamiento de grandes cantidades de calor por unidad de volumen, en comparación con las sustancias orgánicas. 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